Madrid Desaparecido: Frontón Madrid

Ya hemos mencionado en más de una ocasión la importancia de la pelota vasca en Madrid. Los toros fueron el entretenimiento primigenio de los madrileños durante el siglo XIX, hasta que a finales de dicho siglo e inicios del XX, surgió la pelota vasca como un terremoto. La popularidad que llegó a alcanzar en tan poco tiempo fue incomparable. Este deporte debía realizarse en frontones, los cuales empezaron a construirse como setas por todos los barrios de Madrid. Hasta nuestros días ha llegado el Beti Jai, frontón del siglo XIX que ya conocen muchos madrileños, aunque su futuro está en el aire cuando se escriben estas líneas. También hemos escrito sobre otros frontones madrileños como el de Ciudad Lineal, Fiesta Alegre, Recoletos, Jai Alai o el propio Beti Jai. Hoy añadimos otro a la lista, uno de los más importantes, el Frontón Madrid.

Se inauguró en junio de 1929 por su impulsor, el empresario Ildefonso Anabitarte. Nada más inaugurarse fue considerado como “el templo de la raqueta”, debido a la calidad de su cancha y por sus elegantes y modernos servicios que se proporcionaban al público. Se situaba en la calle Doctor Cortezo, número 6, entre las plazas de Progreso (actual Tirso de Molina) y Jacinto Benavente. En esa misma zona se encontraba el Frontón Moderno, también gestionado por Anabitarte. El Madrid tenía una capacidad de 2000 espectadores y contaba con una cancha corta de 11 cuadros. El conjunto fue diseñado por el arquitecto Eduardo Lozano Lardet, autor también del Cine San Carlos, localizado en la calle Atocha (actual discoteca Kapital).

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Para conocer la descripción interna del edificio podemos irnos a las crónicas recogidas en los periódicos de la época, como el diario La Libertad el 5 de junio de 1929:

De bellas proporciones, es, en lo que a su fachada se refiere, un conjunto de líneas armónicas, perfectamente diáfanas, que si bien no responde a estilo determinado, en sus detalles se aprecia la modalidad imperante en la moderna construcción. Las jambas y ornatos son de piedra, y la parte de ladrillo va totalmente descubierta. Amplios ventanales de artística vidriería embellecen y animan, con su agradable nota de color, la relativa severidad de líneas. Cuatro espléndidas puertas proporcionan el acceso al vestíbulo. En él se aprecian ya los excelentes conocimientos del Sr. Lozano Lardet. La pintura decorativa es a nuestro juicio, un verdadero acierto. Los aparatos de luz, de un gusto irreprochable y que, según nos indican, han sido construidos por dibujos facilitados por el ilustre arquitecto, acusan la depurada personalidad de su creador. La cenefa de luz indirecta que completa la iluminación de este departamento es a base de cristales admirablemente dispuestos, una prueba más de elegancia exquisitez. Amplias escaleras de mármol conducen a las butacas de cancha y a las localidades altas. La sala de descanso es de los locales más bellos y espaciosos del nuevo frontón Imperan en él idénticos motivos de pintura decorativa a los del vestíbulo. En este salón están instalados la peluquería, guardarropa, despacho de boletos, sala de corredores y el bar. Este servicio es, sin duda alguna, un modelo en su género, por su modernísima y perfecta instalación. Dos escaleras facilitan el acceso a la cancha. Constituye, en realidad, un indiscutible acierto del Sr. Lozano al interpretar tan acertadamente los deseos e indicaciones de D. Ildefonso Anabitarte. De dimensiones adecuadas para que su eficacia sea absoluta, la línea de juego consta de once cuadros, longitud más que suficiente si se tiene en cuenta que en la cancha del Frontón Madrid jugarán corrientemente muchachas y, en alguna ocasión, muchachos de quince a dieciocho años.

Los motivos de la decoración son similares a los ya descritos anteriormente; pero es de justicia destacarlos. Sobre la línea de juego hay pintados grandes panneau, de acertadísima tonalidad y de atrevida y artística traza de esquinadas líneas, y permiten que el espectador siga en todo momento la trayectoria de la pelota. El techo, espléndido, de vidriería artística y maderas finas, permite el paso de luz natural en cantidad enorme. La luz artificial instalada para la iluminación de la cancha consiste en veintitrés grandes focos de gran potencia lumínica, aproximadamente unas 80.000 bujías, que semejan a la del día. Su disposición está hecha de tal forma, que proyectan sobre el juego sus haces de luz sin que el espectador sienta la más ligera molestia. Los palcos y frisos de los pasillos están tapizados de telas de color apropiado a la decoración imperante en todo el edificio. Convenientemente dispuestas, existen cuatrocientas butacas de cancha, sistema basculante, patente Anabitarte, de cuyo funcionamiento y comodidad han de quedar maravillados los espectadores. La ventilación y aireación de la cancha se verifica por un procedimiento modernísimo, que consiste en la refrigeración de aire en el verano, inyectado a la sala, y aire caliente en invierno. Numerosos aspiradores en constante funcionamiento extraen de la cancha y demás dependencias en las que se estaciona el aire viciado. El salón de té: difícilmente se encontrará en Madrid salón más apropiado que este. Instalado en el piso primero del edificio, a todo el ancho de la fachada principal y con entrada independiente del espectáculo, será, sin duda alguna, el punto de reunión del Madrid elegante.

La instalación es, por su admirable sencillez, de las que acrediten un depurado gusto. En el tapizado de las paredes se destaca el motivo tantas veces mencionado. El salón restaurante: situado en la planta segunda, es de iguales proporciones que el anterior y sus tonos decorativos idénticos. Amplios ventanales le proporcionan luz natural, y la artificial se consigue por una cenefa idéntica a la del vestíbulo. El acceso de la calle, con entrada independiente, se verifica por una magnífica escalera de mármol o por un perfectísimo ascensor, que, al igual que el montaplatos y montacargas, han sido instalados con su reconocida pericia por la casa Jacobo Schneider, ingeniero, establecido en Madrid, Alfonso XII, 32. La cocina puede servir de modelo en su género. Su instalación es seguramente de lo más completo y de la mayor perfección, respondiendo hasta en los detalles más nimios a las exigencias de la vida e higiene modernas. Cuenta con varios hornos de distintos tamaños, parrillas eléctricas y depósitos para vajilla, todo modernísimo. La especialidad de la cocina del Frontón Madrid será la confección de platos regionales, entre los que ocupa preferente lugar los de las provincias vascongadas, ya que para tal fin se han solicitado los servicios de una estupenda cocinera vasca. Al frente de este importante servicio está el formidable Ventura Izaguirre, tan famoso y acreditado desde los tiempos del inolvidable Fornos, de grata memoria.

Para atender las necesidades del restaurante, salón de té, cocina y bar, se ha montado una completísima fábrica de hielo, cuya producción se destina al abastecimiento de las mencionadas dependencias. Las terrazas serán, sin lugar a dudas, el lugar preferido por el público. Su elevación y lo perfectamente acondicionadas que están, repletas de plantas y flores, artísticamente colocadas, contribuirán de manera eficacísima al éxito de la admirable cocina del frontón. Son igualmente dignos de admirar, por su perfecta y acabada instalación, los vestuarios de jugadoras y jugadores, en los que no falta detalle alguno, la oficina del intendente, la vivienda del conserje, el despacho de la dirección y las oficinas, establecidas en uno de los pisos por el Sr. Anabitarte para sus importantísimos negocios de representaciones. La enfermería y los servicios sanitarios, dignos de un establecimiento con tanto lujo de detalles construido. Las instalaciones de agua, para casos de incendio, se han prodigado por todo el edificio. Un hombre, D. Ildefonso Anabitarte, propietario y eficaz colaborador con acertadas indicaciones; otro hombre, D. Eduardo Lozano Lardet, arquitecto ilustre y espíritu selecto y creador. Y de estos dos cerebros, la magna obra que los consagró definitivamente.

El Frontón Madrid pasó a la historia como uno de los más avanzados, al contar con expertas jugadoras pelotari como la Bolche, Quinita, Eibarresa o Mary, todas ellas contratadas por el inteligente Anabitarte. Eibarresa decidió abandonar el deporte al casarse en 1930 con otro pelotari, Roberto Cruz de Elorza, por lo que dejó espacio para otras pelotari de enorme calidad que llegaron a ser estrellas durante los años 30. Carmen López Molina, la Bolche, apodada así por “bolchevique” al ser muy revoltosa en sus inicios deportivos, fue la pelotari mejor pagada de su época. El Madrid contaba con una mayoría de jugadoras madrileñas, frente a una minoría vasca. Además, se abandonaron costumbres como vestir lazos y boinas para lucir una vestimenta mucho más moderna, aunque se seguía exigiendo llevar las piernas cubiertas. Tuvo tanto éxito el Frontón Madrid que Anabitarte decidió cerrar el vecino Frontón Moderno para adaptarlo como teatro. Así se inauguró en noviembre de 1931 el Teatro Fígaro, nombre en honor a Mariano José de Larra, que utilizaba el seudónimo de “Fígaro”. Originalmente el edificio iba a ser demolido, pero el empresario cambió de opinión en el último momento. Eso provocó que el nuevo teatro tuviera un escenario poco profundo y fuera solo apto para ciertas obras.

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Con el gran impulso que provocó el Frontón Madrid a la pelota vasca durante los años 30 justificó la construcción de múltiples frontones de modestas construcciones en distintos puntos de la ciudad. El primero fue el Frontón Segovia, localizado en la plaza de Manuel Becerra. Le siguieron el Frontón Chiki Jai, construido en el antiguo Nuevo Frontón de la calle Aduana, el Frontón Rosales, en paseo de Rosales nº 36, además de un complejo deportivo, que contaba con un frontón en la denominada Playa de Madrid. En la primavera de 1936 el Ayuntamiento aprobó la construcción de 2 frontones más a orillas del Manzanares, uno cerca de la Puerta del Ángel y otro junto al arroyo de Cobatillas, aunque nunca llegaron a construirse al estallar la Guerra Civil.

También tuvo especial relevancia el Frontón Central, en la Plaza del Carmen de Madrid. Inaugurado en 1899, se convirtió posteriormente en el Cine Madrid, hasta que este cambió de manos en mayo de 1932, volviendo a convertirse en Frontón Central en febrero de 1933. Su reanudación como centro deportivo no llegó a cuajar y el nuevo propietario se impacientaba por obtener beneficios, por lo que unos meses después, en octubre de 1933 se recuperó el Cine Madrid, esta vez como sala de cine sonoro, proyectándose la película alemana “Manolescu” en su inauguración. Permaneció así hasta 1943 cuando el local se remodeló de nuevo para convertirse en el Teatro Madrid, abriéndose una preciosa portada construida por el arquitecto César de la Torre Trassierra.

El éxito de la pelota vasca no fue exclusivo de Madrid, también lo fue a nivel nacional y mundial. Impulsado por empresarios vascos, tuvo enorme éxito en distintos puntos de Europa, América o Asia, llegando a construirse locales de pelota en Shanghai o Manila.

Tras la Guerra Civil el frontón Madrid resistió como uno de los pocos recintos de pelota vasca, con diversos altibajos hasta que quedó prácticamente abandonado en las últimas décadas del siglo XX. En los primeros años del siglo XXI se construye un nuevo hotel, derribando todo su interior, aunque conservando la fachada exterior. Actualmente lo regenta la cadena hotelera Eurostars Hotels.

Como curiosidad final, el Frontón Madrid ha sido escenario de muchas películas, como “De barro y oro” (1966), “Paco, el seguro” (1979) o “El Crack” (1981).


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