- Lugar: Museo del Prado. C. de Ruiz de Alarcón, 23, 28014 Madrid
- Horario: Todos los días 10:00 a 20:00h. Cerrado el 1 enero, 1 mayo, 25 diciembre
- Fecha: Hasta 02/07/23
- Entradas a la venta aquí
Información
En octubre de 2022 descubrimos que el Museo del Prado y la Frick Collection habían llegado a un acuerdo para que 9 obras de Velázquez, Goya, Murillo y El Greco fueran expuestas en la pinacoteca española en préstamo. Desde el pasado 7 de marzo se puede disfrutar de estas obras junto con otras permanentes del Prado en la sala 16A en un montaje especial. El evento es de una enorme importancia, no sólo por la calidad pictórica de las obras en préstamo, sino para conocer el origen y viaje de estas obras a lo largo de los siglos. Vemos en el montaje como algunas de estas obras están estrechamente entrelazadas con otras que el Museo del Prado expone de forma permanente.
Pero antes de hablar de las obras es importante saber el origen de la Frick Collection. Siempre ha habido coleccionistas en el mundo del arte. Felipe II estaba enamorado de Tiziano o El Bosco, mientras que Felipe IV se enamoró de Rubens y tenía a Velázquez como su aposentor y pintor de cámara. En una versión más moderna podemos encontrar a numerosos de estos coleccionistas en Estados Unidos, cuna de empresarios, banqueros y otras múltiples figuras que se enriquecieron de la noche a la mañana. El dinero era importante, pero estos personajes necesitaban un elemento diferenciador para no pasar desapercibidos. Y así empezó a cruzar el Atlántico una enorme cantidad de arte europeo que era adquirido en subasta por estos magnates. El MET de Nueva York basa una gran parte de su colección en las donaciones de estos coleccionistas. Otros se montaban su propia colección o montaban su propia galería como el caso de Isabella Stewart Gardner en Bostón, Albert Coombs Barnes en Filadelfia o Henry Clay Frick en Nueva York.
Este empresario creó su fortuna en la industria del acero, carbón y ferrocarriles. En 1905 se trasladó a vivir definitivamente a Nueva York, donde mandó construir un palacio neorrenacentista al arquitecto Thomas Hastings en la Quinta Avenida. Aquí sería el lugar donde el señor Frick mantendría su colección con apellidos tan importantes como Fragonard, Holbein el Joven, Ingres, Rembrandt, Renoir o Vermeer. El coleccionista falleció en 1919 y no sería hasta 1935 cuando el lugar sería adaptado como museo. Desde marzo de 2021 la sede de la colección permanece cerrada por obras de reforma y decenas de museos se lanzaron como buitres para solicitar préstamos temporales y así realizar exposiciones de gran envergadura. Mientras que el Rijksmuseum de Ámsterdam realiza actualmente una exposición monográfica a Vermeer donde se muestran 28 de sus 35 obras, de las cuales 3 proceden de la Frick Collection, el Museo del Prado no dejó pasar la oportunidad. Y así es como nos encontramos con 3 obras de El Greco (Vincenzo Anastagi, La expulsión de los mercaderes del Templo, San Jerónimo), 4 de Goya (Pedro de Alcántara Téllez-Girón, noveno Duque de Osuna, Retrato de un oficial, La fragua, Retrato de mujer), 1 de Murillo (Autorretrato) y 1 de Velázquez (Felipe IV en Fraga).
Curiosamente el retrato que Goya realizó al noveno Duque de Osuna ya estuvo en préstamo temporal para el Prado en 2016 dentro del programa “La obra invitada”. Aunque todas las obras son de enorme calidad, destacan 2 especialmente. Primero el “San Jerónimo” de El Greco, que fue pintado con total carencia de atributos que lo identifiquen con un santo y que te cautiva desde el primer momento con su mirada frontal y su expresión, que nos hace sentir como si le hubiésemos interrumpido en su lectura. Sería el protagonista si no fuera porque en la otra esquina de la sala se encuentra “Felipe IV en Fraga” de Velázquez.
En junio de 1644, mientras que Felipe IV y su séquito se encontraban en la ciudad aragonesa de Fraga, bajo el contexto del conflicto militar de Cataluña, el rey mandó a Velázquez que le pintara con sus mejores galas. El resultado es uno de los mejores retratos de la historia del arte. La combinación cromática, con esos colores plata, marfil y bermellón, lo convierten en un deleite para los sentidos. El estudio psicológico del rey es absoluto, reflejándose los detalles más absolutos, desde el cansancio de sus ojos hasta la sombra de su bigote. Si el retrato de parece apabullante, lo es más su vestimenta, de una calidad técnica inigualable. Como curiosidad, esta obra era la favorita del propio Henry Frick.
Desgraciadamente ambas obras se encuentran protegidas con un cristal lo que impide apreciar en su totalidad los empastes. Sería comprensible si no fuera porque estas obras se exponían en Nueva York sin dichos cristales. Espero que no perdáis la oportunidad de conocer estas maravillosas obras, porque difícilmente volveremos a verlas en nuestro país.
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