En 1952 se inauguró en la glorieta de San Vicente la fuente más alta de Madrid dedicada al gran arquitecto Juan de Villanueva. Fue diseñada por Víctor D’Ors como reconocimiento al neoclasicismo madrileño. Mide 21 metros. En 1995, con motivo de la reconstrucción de la Puerta de San Vicente en la glorieta, la fuente se trasladó al paseo de Camoens, en el Parque del Oeste, donde sobresale por entre las copas de los árboles y actualmente se encuentra bastante abandonada.

Por otro lado la fuente más «pequeña» de Madrid, por su diminutivo que no por su tamaño, es la denominada como «la Fuentecilla», situada en la confluencia de la calle de Toledo con Arganzuela y Mira el Río.

Jerónimo de Quintana cree que el nombre diminutivo se debe a un pequeño pilón que había situado cerca de este lugar, anterior a la fuente y que fue mandado derribar entre 1814 y 1816.
La Fuentecila se construyó como homenaje a la entrada de Fernando VII en Madrid, tras su exilio en Francia. Mesonero Romanos y Peñasco y Cambronero la citaron en sus libros como un monumento de mal gusto y fúnebre. La fuente representa el poderío de la monarquía española sobre dos hemisferios, en referencia al Imperio español. En los lados aparecen los dos escudos de Madrid, uno con el oso y el madroño, el otro con el oso y el dragón, antiguo blasón de armas de Madrid.

La Fuentecilla fue construida en 1816 por Alfonso Rodríguez y Manuel Álvarez.
El león, obra de Manuel Álvarez, se realizó con los restos de la escultura de San Norberto que estaba situada en la fachada del convento de los premostratenses en la antigua plazuela de los Mostenses, derribado en 1810.
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