El día 12 de mayo de 1886 se produjeron numerosas tormentas sobre la Península Ibérica, muchas de ellas con violencia. A las seis de la tarde de aquel 12 de mayo de 1886 el cielo de Madrid se oscureció y comenzó una tormenta que descargó gran cantidad de agua. Hacia las siete se originó un tornado sobre Carabanchel y, en pocos minutos, avanzó y barrió la ciudad desde el suroeste al noreste. La tormenta que se inició en el municipio independiente por aquel entonces de Carabanchel Alto fue la más trágica de todas. La tormenta generó un tornado que causó víctimas mortales y heridos, llegando a colapsarse los hospitales, además de cuantiosos daños materiales. Las personas que perdieron la vida debieron ser 47. La mayor parte de los fallecidos lo fueron por colapso de las estructuras en las que se refugiaron: casas o muros. Algunas fallecieron al sufrir sobre ellos la caída de árboles, o el vuelco de carruajes.
En la Finca de Vista Alegre afectó notablemente en el jardín y en las edificaciones que, al estar ya abandonadas, ya no recuperarían su uso anterior. La Colonia “El Porvenir del Artesano” también fue notablemente afectada. Este nuevo asentamiento entre Carabanchel y Madrid se había iniciado escasos años antes y sus construcciones eran sencillas y relativamente sólidas.


En las proximidades del Puente de Toledo, “El huracán sorprendió á cuatro vigilantes en las inmediaciones del fielato”, según menciona El Correo, justo antes de que entrara en los entonces barrios humildes próximos al río Manzanares y hasta la Puerta de Toledo, donde existían fábricas y almacenes.
Cuando el tornado llega a las proximidades de Atocha, la estación resiste bien y también resistió muy bien el paso del tornado la sólida y sobria construcción del Hospital, hoy Museo Reina Sofía. Los daños en el Jardín Botánico y en el Retiro fueron descritos con toda riqueza de detalles. Las estufas fueron gravemente afectadas y muchos árboles fueron arrancados o partidos. Colmeiro (1866) se lamentó de los destrozos y pidió ayudas a sus superiores para retirar los árboles caídos y restaurar el Jardín. Su solicitud tuvo un éxito parcial pues no recibió toda la financiación solicitada. Años más tarde, el mismo Colmeiro (1892) presentaba el estado del Botánico tras su intervención para reconstruirlo.

Algunos árboles de los que hoy pueden verse son testigos vivos del paso del tornado. Sin embargo, parece difícil saber qué parte de las inexistentes fue afectada por el aquel embate o por otras adversidades posteriores. El notable almez llamado «el pantalones» bien pudiera deber su nombre a la forma que le dejó el tornado. Las propias pérgolas también retienen sus cicatrices pero, al igual que en el arbolado, no puede saberse cuáles son las que tiene su origen en mayo de 1886. Ya en el Parterre de El Retiro, el árbol más viejo de Madrid, el Ahuehuete, debió resistir, pues en los grabados de la época se insinúa su presencia sin daños importantes.


El Casón del Buen Retiro fue la construcción que recibió la peor parte. Estaba en obras de transformación cuando el tornado pasó por encima. Los daños fueron cuantiosos y las columnas que eran de una sola pieza fueron reconstruidas pasando a ser de tres cuerpos, tal como ahora pueden verse.
El tornado alcanzó la barriada de las Ventas, pasando por la plaza de toros neomudéjar (actualmente el Palacio de Deportes de la Comunidad), pero los daños, siendo importantes, no alcanzaron los que acababa de producir en las barriadas del sur y sureste de Madrid..

Un episodio desconocido por muchos que marcó uno de los acontecimientos más recordados de finales del XIX en Madrid.
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