Cuando empecé a estudiar sobre Madrid de manera autónoma, descubrí numerosas sorpresas, ya que esta ciudad posee capítulos especialmente apabullantes. Uno de los descubrimientos más notables para mí, fue el Circo Price.
Ya sabía de su existencia, tanto en el pasado como actualmente, pero al ver todo lo que se realizaba en él y lo que suponía para Madrid en esa época, simplemente me sorprendía. Desde que empecé a escribir en este blog tenía muchísimas ganas de escribir sobre el Price, pero era tanto el contenido que no sabía como ser justo con este circo. Un artículo escueto dejaría constancia de su existencia, pero no transmitiría aquello que siento por él. Así que decidí que se merecía una serie de artículos que dividieran su historia y acontecimientos más notables. Un total de 5 artículos con los que quiero difundir el conocimiento de todo lo que se refería al Circo Price, que publicaré semanalmente, cada sábado desde hoy.
Estarán divididos en diversas temáticas, con los que quiero conseguir más profundidad en su conocimiento. Invito a todos a leer cada artículo, pero no es imprescindible leerlos todos para conocer el Circo Price al máximo. Sin más dilación, empecemos.
Fundación del Circo Price,Thomas Price y William Parish
En 1855 se inauguró el Price en Recoletos, siendo un barracón en mal estado. Pero este no era el definitivo ni mucho menos. El que todos recordamos se situaba en la Plaza del Rey sobre los cimientos del desaparecido Olímpico.

El conde de Polentinos cedió los terrenos a Thomas Price, pero con un canon, durante 25 años. Price llegó a Madrid contratado por Paul Laribau en 1847. Era una caballista y acróbata que nació en Irlanda en 1813. Con sólo 12 años ya poseía una gran fama como acróbata en Londres, y en 1836 como clown del Circo de Ducrow.

Cuando edificó el Price en Madrid, al principio poseía una capacidad para 1850 espectadores, un estrado a cada lado, una galería y graderíos. Además estableció una sucursal en Barcelona y se fue de gira por otros países y ciudades. En 1877, concretamente el 22 de agosto falleció Price mientras que estaba de gira, y fueron sus herederos, William y Matilde quien organizaron el que todos conocemos como Circo-Teatro de Price.

Ortiz de Villajos fue el arquitecto encargado de su construcción. Arquitecto de renombre, realizó numerosas obras en Madrid. Su decoración fue encargada a Montesinos y la fundación de la estructura de hierro fue de Picazo. La iluminación original era de gas y su pista medía 13,75 metros de diámetro. Disponía de una cortina metálica para evita la propagación del fuego en caso de producirse un incendio.
El edificio fue construido en menos de 1 año. Su inauguración, la noche del 5 de diciembre de 1880. El programa contenía los ejercicios de fuerza de la Señora Gautier, los de dislocación del Señor Scallow, el Señor Pastor tocando el violín y los Hermanos Dare, entre otros muchos.

En una de las expediciones de Price por Europa en busca de talento consiguió a Matilde De Fassi y a William Parish, que ambos previamente habían contraído matrimonio. Price decidió que Parish sería su heredero, ya que se casó con Matilde que fue adoptada a la vez por Price. Además el hijo de Matilde y de William, Leonard, posteriormente sería el heredero, por lo que la continuidad de propiedad estaba garantizada.
Los artistas del Price, Billy Hayden, Tony Grice, las soirées fashionables y el animatógrafo
Desde 1880, Parish se hizo con el control del Circo Price y aunque su labor fue esencial en el desarrollo del circo, conservó el nombre de Price, popularmente al menos, ya que desde 1889 ya salían numerosos carteles con el nombre Circo Teatro de Parish.
Al morir Parish, hasta Ramón Gómez de la Serna lo recordaba con «¡Qué triste fue su entierro!», andando la comitiva dirección a la Plaza del Rey, frente al Circo de Parish, único día que consiguió su deseado reconocimiento.
Durante la época en el cual, el Price estaba situado en Recoletos ya abundaban numerosos artistas, como los trapecistas, funámbulos y los payasos, estos últimos eran los más demandados. Pero no sólo de actuaciones circenses vivía el Price, sino también de representaciones teatrales muy breves, como «Los piratas de la Sabana»y «El bandido de las montañas de Calabria». Los toros y los caballos a su vez, eran los animales esenciales del Price durante esa época, aunque posteriormente llegarían los perros amaestrados o los monosabios.

En 1877 se realizaron exhibiciones de «fieras y reptiles» y una «gran exposición zoológica», además de acrobacias como artistas funámbulos, velocipedistas aéreos, equilibristas, gimnastas, juegos icarios y trapecistas.
Cabe destacar que la mayoría de los artistas del Price venían del extranjero, lo que denotaba la importancia del Price y las ganas de sus encargados de buscar la calidad en sus actuaciones.


En 1882, el domador Mr. Humphreys se encargó de un número de «Monstruosos elefantes amaestrados», y en 1884, M. Seeth se encargo de «su jaula de leones amaestrados y un perro».
Pero entre los artistas destaca una tipología, los payasos. En el Price pasaron algunos de los mejores del mundo (sin exagerar) como Grice, Grock, Rivel y Ramper, o incluso artistas de gran renombre como Ernesto Mephisto.


El nombre de «payaso» viene del término italiano «pagliaccio», aunque derivado del francés «paillasse» y literalmente significa «saco de paja». Nació de la imagen del campesino bufón de las comedias inglesas.
Durante el periodo de Recoletos, el payaso más importante era Billy Hayden, que aparecía ya reseñado en los carteles de 1876, aunque también compartió trabajo con otros payasos importantes como Vvhittone Secche o Bellini Martini.


Ya en 1878, el Price contaba con la presencia del payaso más grande e importante de la historia del circo, Tony Grice. Tanta era su fama, que sus «payasadas» eran conocidas como «toninadas» y se empezó a llamar a los payasos «toninos».
Tony Grice se llamaba en realidad Joseph Thomas Grice. Nació en Londres, debutando allí en 1852, en el circo Royal con la familia Fillis. Le contrató el empresario sevillano Rafael Díaz para que viniera a España, y Grice se casó con la hija de este, Trinidad. Tony era un hombre muy culto, hablaba inglés, castellano, francés, alemán e italiano, además de chapurrear catalán. Frecuentaba la tertulia de la Librería Francesa, en Barcelona. Durante gran parte de su carrera se negó a viajar a América por trabajo, a pesar de que recibió numerosas y jugosas ofertas. Tony Grice falleció mientras que viajaba a Lisboa desde Madrid, debido a una pulmonía que pilló al asomarse por una de las ventanillas del tren, cuando se preparaba para ir finalmente a América.


Otro de los acontecimientos por excelencía del Price eran «las soirées fashionables». Durante las últimas décadas del siglo XIX se empezó a realizar estos acontecimientos. El circo siempre lo hemos asociado a los niños, pero esto está muy alejado de la realidad. Cuando se terminaba la temporada de ópera, comenzaba la del circo, y las mismas personas con sus flamantes atuendos que pasaban por el Retiro o tomaban un sándwich en Lhardy, asisten ahora al circo a asustarse con sus fieras y a dar gritos por las acrobacias. Todo un fenómeno de la primavera madrileña.


Finalmente destacar la capacidad del Price para innovar y ser referencia. En el circo se presentó el animatógrafo, una forma de proyectar unas imágenes animadas, anterior al cinematógrafo de los hermanos Lumière. De hecho, sólo dos días después de presentarse el animatógrafo en el Price, lo hizo el invento de los Lumière en el local de la carrera de San Jerónimo.


No sería la última vez que el Price emitiría una proyección cinematográfica. Años más tarde se proyecto la popular película de cine mudo, Cabiria. Los derechos costaron 15.000 pesetas. A pesar del elevado precio, el Price obtuvo beneficios y fue un éxito rotundo. Con un precio de 1 peseta la butaca y 50 céntimos la entrada general, era una oferta irresistible. Posteriormente no pudo repetir la experiencia ya que los cines propiamente dichos de la época como Doré, Royalty, Ideal, Cinema España o el Gran Teatro, coparon la compra de los derechos, por lo que el Price no pudo repetir este hecho.
El señor Leonard en el Price y las funciones más esperpénticas
William Parish y Matilde De Fassi tuvieron 3 hijos, entre los que se encontraba Victor Henry, más conocido como señor Leonard. Este se casó con Olga Bugny de Brailly y también tuvo 3 hijos.


Leonard, vestido con un frac verde y sus manos enguantadas cruzadas en la espalda, ejercía de maestro director de ceremonias con unas dotes maravillosas. Al fallecer William Parish, Victor intentó asiduamente cambiar el nombre del circo para el interés de su propio apellido, en lugar de Price, pero sin mucho logro, ya que los espectadores seguían respetando el nombre original.

Muchas de las obras, al menos en número, durante la época de Victor Henry fueron las modalidades gimnásticas. Las Cuatro Hermanas Washington, las Hermanas Vaidis, la Familia Castagna, los gimnastas españoles Hermanos Mariano, los barristas Hermanos Beasy o los Hermanos Teresa fueron algunas de las «familias» que actuaron con éxito en el Price.

Se armó un gran revuelo por la actuación de Mayol Onra y Emilio, que con su «hombre proyectil» cautivó al público durante las décadas de 1870 y 1880. También Abdy, que realizaba ejercicios japoneses sobre un alambre invisible. Otros importantes fueron:
- Olga y Kaira, parejita sudamericana.
- Cee-Mee, gimnasta aéreo.
- Mr Leonce, equilibrista excéntrico.
- John Patty, equilibrista americano.
- Charles Grant, gimnasta americano.
- Ernesto Mephisto, equilibrista-fantasista.


Los animales a su vez cobraron gran importancia como Rigolo, el burro suizo amaestrado y los perros de Miss Fontambleau o los elefantes de Mlle. Tourniaire. Los galgos-caballos y los monos jockeys de Mr Peyrani o los toros amaestrados de Enrique Díaz también fueron célebres.
M. Seeth, gran domador de leones y Nala Damajanti, que realizaba ejercicios con serpientes pitón y boas constrictor.


En 1876 se presentó a la troupe de árabes argelinos de la tribu Beni Zoug Zoug, 31 moros comandados por el Sidi Hadj Alí Bon Mohamed, donde se realizaban saltos, tiros de espingarda y ejercicios atléticos.


Pero el punto álgido fue en 1877 con la Gran exhibición de fieras, reptiles y animales silvestres de Cavanna y Capellini, donde se realizaba una comedia con leones, tigres, elefantes, perros y monosabios.
La Música y el Teatro en el Price
Si el cine aprendió a utilizar la música fue gracias al circo. El redoble de tambores, golpes secos de platillos o el sonido de los saxofones eran algunos de los recursos más utilizados. Todos y cada uno de ellos eran significativos para aumentar las emociones de los espectadores, fueran cuales fueran, lo mismo que las bandas sonoras del cine, que potencian diversas emociones gracias al buen uso de la música.
Pero no sólo la música, sino también los uniformes, tan coloridos y los instrumentos, tan brillantes ayudaban a englobar esta atmósfera irrepetible.

En el caso del Price, fueron muchos los estilos musicales que se desarrollaron y por diversos artistas, cada uno más sorprendente que el anterior.
Tomás Bretón fue el director de la orquesta del Price, donde también realizo pequeñas piezas. Algunas de las zarzuelas más reconocibles se tocaron en el Price, como «Los mosqueteros grises» en 1881, «Los hijos del batallón» en 1898, «Las golondrinas de Usandizaga» en 1914 y «Entre Sevilla y Triana» en 1950.


Miguel Fleta, Luis Sagi Barba o Hipólito Lázaro fueron algunos de los artistas más importantes del género lírico que actuaron en el Price.
En 1883 actuó una Compañía de Ópera Italiana y la Compañía Lírico-Dramática de don Guillermo Cereceda.

Obviamente también se realizaban la música propia de los artistas circenses, campanólogos, instrumentos de barro cocido, xilofonistas y un largo etcétera.
El flamenco también tuvo su espacio muy importante, donde muchos autores de renombre desarrollaron sus obras:
- La Niña de los Peines, 1923.
- Manuel Vallejo, 1926.
- Pepe Marchena, años 60.
- Estrellita Castro.
- Juanita Reina.
- Maruja Díaz.
- Lola Flores.
- Pastora Imperio.
Incluso se celebró el II Festival de la Canción Flamenca en 1961.


Pero si por algo se recuerda es por ser el lugar donde se engendró lo que posteriormente conoceríamos como el rock español, principalmente en los años 70.
Algo totalmente distinto fue el teatro. El circo nunca tuvo las prestaciones idóneas para desarrollar actuaciones teatrales, principalmente por el propio diseño del circo, que creaba una horrible acústica. A pesar de ello, fueron numerosas y bien reconocidas las piezas teatrales y zarzuelas (que se pueden considerar como teatro) que se desarrollaron en el Price.
Las llamadas «pantomimas» y las piezas teatrales cortas eran muy frecuentes en la primera etapa del Circo Price. En 1877, se estrenó «Luz divina de Belem», de Luis Blanc siendo una de las más recordadas.

Una de las mayores razones del espectáculo único que se desarrollaba en el Price, es la falta de recursos propios de un teatro, como el telón. Todo estaba al descubierto, ya que parte de la grada podía observar como se montaban los decorados mientras que otros desarrollaban las obras, o incluso se montaban las jaulas de los leones. El Price siempre demostraba sus capacidades y complacía al público de la mejor manera posible. Tanto era así, que como ya os habréis dado cuenta, el Price al principio era reconocido como «Teatro-Circo».
Unas obras únicas que serían dignas de ver hoy en día y que por suerte podemos seguir observando en el Circo Price actual situado en la Ronda de Atocha. Pero esto es adelantarse a los acontecimientos, de lo que será la última parte de esta serie dedicada al Circo Price.
El final del Circo Price en la Plaza del Rey
El señor Leonard, que ya conocimos en la tercera entrega de estos artículos sobre el Circo Price, hijo de William Parish, falleció en un accidente de automóvil en 1930, por lo que Sánchez Rexach dirigió el Circo hasta la llegada de la Guerra Civil.
Cuando la Guerra llegó todo empezó a caer y con ella el Price. Se paralizó totalmente las actividades circenses y los empresarios y artistas se marcharon a otros circos mientras la contienda se llevaba a cabo. Rexach falleció durante la guerra y el Price sufrió también daños materiales. Uno de los numerosos bombardeos, dañó la techumbre del Circo, dejándolo en muy malas condiciones.

Pero lo peor fue la postguerra, ya que las condiciones precarias y de podredumbre a las que se enfrentaba la población madrileña y española no incentivaban a asistir al circo. No había dinero ni recursos para atraer clientes, animales domesticados o artistas para organizar medianamente algunos eventos.
No fue hasta 1940, cuando la empresa AES se hizo cargo del Circo Price, arregló los desperfectos, que hizo desaparecer la estética del anterior, pero al menos le otorgó la capacidad para volver a realizar sus actividades, retomó sus actividades, concretamente en noviembre de ese año.

La dirección fue de Francisco Perezoff, que a su vez era representante del circo Ringling en España y director del Imperial durante la reconstrucción del Price. Desgraciadamente no obtuvo éxito y la dirección pasó a Juan Carcellé, «Don Circuitos», empresario del Teatro de la Zarzuela, que se encargó de su dirección hasta 1959.
Desde 1960, la empresa Feijoo-Castilla, formada por los 2 yernos de Sánchez Rexach, se encargó de la dirección del Price. Este fue el principio del fin del Price, ya que la posición geográfica del mismo, lo hizo muy atractivo para diversas actividades especulativas. Obviamente la población no era la misma, ni tenía la misma mentalidad hacia el Circo, pero esta no fue la principal causa de su desaparición, sino el desarrollismo de los años 60, que despreciaba a su vez a la cultura y a las tradiciones.
Ya años atrás se hablaba de «la reforma necesaria del Price», lo que espantaba a los amantes de la historia de Madrid, como yo me considero, y que mostraba como el afán lucrativo de ciertos gestores primaban lo económico a lo cultural.
En noviembre de 1969, Castilla recibió un comunicado, en el cual se le informaba de que los socios mayoritarios del Circo Price, la familia Andrade, quería poner en manos del Banco Urquijo, la dirección del Price. Esto fue su sentencia de muerte.
Pinito del Oro, una gran trapecista, decidió retirarse de su profesión junto con el Price, como muestra honorífica hacia el mejor circo que jamás tuvo la ciudad de Madrid. Unas semanas más tarde, llegó la fatídica jornada donde el Teatro Circo Price, obra de Agustín Ruiz de Villajos, asimismo, autor del Teatro María Guerrero, el Teatro de la Comedia o del Hospital del Buen Suceso, fue destruido al mismo tiempo que una gran parte de nuestra historia y conciencia colectiva.

Posteriormente se situaría el Ministerio de Cultura, cruel ironía, ya que precisamente la incultura fue la que destruyó el Price. Actualmente, el Teatro Circo Price moderno se sitúa en la Ronda de Atocha, 25, muy próximo a la Casa Encendida y al Museo Reina Sofía, con un aspecto un tanto dudoso, pero que al menos continua la estela histórica que fue totalmente abandonada en la Plaza del Rey.

El Teatro-Circo Price fue lugar de sonrisas, lágrimas, sorpresas y algún que otro espanto o esperpento. Donde cada uno de nuestros ancestros madrileños dejaron parte de su vida y parte de su corazón. El Price era algo más que un circo, era parte de nuestra historia, una historia milenaria, con orígenes árabes, que cada día se ve dañada por la ignorancia o el desprecio a la misma, lo que nos lleva a una situación de frustración constante, y donde lo único que debería de unirnos y participar colectivamente, no ocurre.

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