Aunque parezca mentira este hipódromo no es muy conocido para la mayoría de los madrileños. Bien puede ser porque donde se situaba, actualmente está repleto de moles de edificios, tráfico y estrés continuo.

Hablamos de una construcción situada actualmente en el comienzo de los Nuevos Ministerios, muy próximo al actual Museo de Ciencias Naturales, que cumplió una actividad social, histórica y cultural específica durante los años 1878-1933.

La justificación para la construcción de este hipódromo fue la celebración de la boda entre Alfonso XII y María de las Mercedes de Orleans. Antonio Cánovas del Castillo confió está tarea a Francisco de Borja Queipo de Llano, su ministro de Fomento, el cual compró los terrenos y preparó el hipódromo en tiempo record, ya que el enlace real se hizo oficial el 6 de diciembre y la boda estaba prevista para el 23 de enero de 1878.
Para su construcción se llegó a utilizar hasta a presidiarios para ganar velocidad. Finalmente, no consiguió cumplir los plazos y lo tuvo que estrenar 1 semana despues, el 31 de enero. Aún así, este no fue problema para reunir a 60.000 personas que estaban deseosas de ver esta nueva obra.

Esta nueva construcción fue bastante criticada en la época, incluso llegando a pedir la destitución del ministro, debido a que usó el heraldo público para financiar una construcción de un corte elitista. La prensa se dividió en opinión, estando en contra del Gobierno (La Iberia, El Globo o El Imparcial) y a favor del ministro (El Tiempo, La Política o La Correspondencia en España) Al final se llevó a votación dentro del Congreso, ganando la mayoría conservadora, por lo que prosiguió la actividad del hipódromo durante los siguientes 55 años.
En cuanto a los autores del hipódromo encontramos a Francisco Javier Boguerín, encargado de nivelación del terreno, trazado de pista y canalización de aguas. Las primeras obras fueron llevadas a cabo por Lorenzo Álvarez Capra, el mismo que construyó la desaparecida Plaza de Toros de Goya. Pero las obras posteriores se debieron a Manuel Antonio Capo y Ranero, con experiencia, ya que construyó años anteriores el Hipodromo de Tablada de Sevilla.

El desarrollo del hipódromo fue positivo hasta que falleció Alfonso XII, aunque despues recuperó su gloria perdidad con la ayuda de Alfonso XIII.
El hipódromo celebraba como evento principal las carreras de caballos en las temporadas de primavera y otoño, pero las autoridades pronto vieron las posibilidades de realizar otros eventos de gran envergadura en este terreno.


En 1902 se celebró futbol en el hipódromo, la Copa Coronación, organizada por Carlos Pradós para conmemorar la mayoría de edad de Alfonso XIII. La copa la ganó el Athletic Club de Bilbao, teniendo tanto éxito la copa, que se convertiría posteriormente en la Copa del Rey.

También se llevaron a cabo desfiles militares y juras de bandera, como la de 1911, cuando el avión pilotado por el francés Mauvais se precipitó sobre la muchedumbre, ocasionando la muerte de una mujer.
Durante los años 30 del siglo pasado, se tomó la decisión de destruir el hipódromo, ya que Madrid debía seguir creciendo urbanísticamente hacia el norte. López Salaberry planteó el derribo para la construcción de una gran plaza de América o un monumento dedicado a Alfonso XIII. Pero finalmente la decisión del derribo la tomó el ministro de obras públicas de la República, Indalecio Prieto, asesorado por el arquitecto Secundino Zuazo.

El último acto del hipódromo aconteció el 28 de diciembre de 1932. El 14 de abril de 1933, segundo aniversario de la República, el jefe del Gobierno, Manuel Azaña y el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, junto con autoridades locales y nacionales, inauguraron la apertura de la nueva Castellana y el comienzo de la obra de los Nuevos Ministerios.
La construcción de un hipódromo nuevo se realizaría posteriormente, localizándolo en los terrenos próximos a la Puerta de Hierro. Se haría llamar Hipódromo de la Zarzuela, que sigue en pie en la actualidad.

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