También conocido como Palacio de Bailén, este desaparecido palacio era un ejemplo de los muchos palacios que poseía la aristocracia en la época de Isabel II y que algunos han sobrevivido.
Estaba situado en el número 56 de la calle Alcalá, donde actualmente se encuentra un edificio dependiente del Ministerio de Sanidad. Fue construido en la década de 1860, en plena época de Isabel II como ya mencionamos, y llegó a ser uno de los favoritos de las clases más adineradas de la capital.
Adolfo Ombrecht fue el encargado de realizar la dirección y los planos de la obra. El arquitecto francés quería dotarle de una fachada exuberante y elegante al mismo tiempo. Y vaya si lo consiguió.

El interior estaba delicádamente decorado con sala de billar, capilla, salón de bailes, salón de musica, incluso una sala museo. En estas salas, sobretodo en la sala museo se encontraban algunos tapices de Goya, junto con otros lienzos reseñables. Todo construido en marmol de Carrara y con muebles de ébano y marfil. La joya del palacio era el baño, decorado al más puro estilo pompeyano, con frescos del pintor Oreste Mancini.
Incluso se pudo construir una pequeña zona ajardinada en el centro del edificio. En el exterior estaba delimitado por una verja. El ladrillo y la piedra fueron los medios de construcción y decoración del palacio en su exterior. Destacable, el cuerpo central de la fachada, formando un espacio curvo.
Famosas fueron las reuniones políticas que se llevaron a cabo durante el siglo XIX, como las que realizó Cánovas del Castillo.

Aunque parezca increíble, el edificio estaba en perfectas condiciones, hasta que después de la Guerra Civil, el deseo de construir edificios racionalistas, puso la piqueta en su manzana. En 1946 se construyó el edificio actual, que pertenece al Ministerio de Sanidad. Que paradoja, que el Palacio de Xifré, una de las joyas desaparecidas de Madrid que ya vimos en el blog, fue derruido para construir otro edificio racionalista que también depende del mismo ministerio actualmente. Por no hablar del Circo Price, también destruido para construir en este caso el actual Ministerio de Cultura.
Como ya habréis visto en algunos ejemplos de mi blog, no es la primera, ni la última vez, que destruimos patrimonio artístico porque sí. Nunca aprendemos.
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Hola! Era mi última tarde en Madrid, antes de volver a la Argentina, y me encontré con un grupo de entusiastas posando para una foto en plaza Pontejos. Cada uno llevaba una lámina con la imagen de un gato. Aproveché que tenia mi cámara y tomé una fotografía que luego os mostraré, ya que estoy recién llegado y aún no organicé mis cosas. Teneis algo que ver con esta situación? Muchas gracias.
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