Situada entre la calle del Sacramento y la calle Segovia, la calle del Rollo es una de las más singulares de todo Madrid, en plena zona de los Austrias. A más de uno le sorprenderá la cantidad de anécdotas, leyendas e historia que posee esta pequeña calle madrileña.
Lo primero que destaca al llegar a esta calle es su forma, que al mismo tiempo está relacionada con su nombre. La calle del Rollo posee esa forma retorcida que muchos vieron como la explicación de su nombre. Pero se equivocaban, y menos mal, porque hubieramos perdido muchas de las mejores leyendas madrileñas.

La calle recibe el nombre por la cruz que estaba situada casi a la altura de la calle Segovia, y que servía como “rollo jurisdiccional”. Este rollo se utilizaba desde la época de los Reyes Católicos. Los monarcas otorgaban a las ciudades correspondientes estos hitos para que hubiera constancia de que tenían derecho a “impartir justicia”, como juzgar pleitos. A su vez, estos rollos convivieron con otros, llamados “picotas” o “rollos de justicia”.
Estos rollos de justicia eran utilizados como lugar donde se depositaban o clavaban brazos, piernas o cualquier parte que podais imaginar, para dejar claro a los posibles futuros criminales de cual iba a ser su futuro.
La coexistencia de ambos rollos hizo con el tiempo que fueran bastante difícil de distinguir. Finalmente las Cortes de Cádiz decidieron derribar todos estos rollos, incluido el que nos ocupa. Aún así, en la geografía española, especialmente en los pueblos podemos ver estos rollos, normalmente en las plazas mayores de los mismos.
Pero aquí no acaba la historia porque ahora viene lo mejor. Esta calle era llamada antes como calle de los Arcos, debido a uno que poseía al principio de la misma, y que fue derribado por peligro de ruina. El otro tramo de la calle, era denominado de la Parra. Esto se debía a que una de las casas de la calle poseía una pequeña huerta donde había un número generoso de parras. Esta vivienda pertenecía a don Juan López de Hoyos, maestro de los Estudios de la Villa, a un par de calles de allí, y que fue una institución educativa clave hasta la llegada de los Estudios Imperiales de San Isidro. Un joven muchacho robaba frecuentemente en el huerto de don Juan, hasta que consiguió pillar al chico. Cual fue su sorpresa al descubrir que ese jóven era uno de sus alumnos. Ese alumno se llamaba Miguel Cervantes Saavedra.

Otra de las leyendas que disculan sobre el origen del nombre habla del cadaver de un niño que se encontró en un rollo de esteras. Pero mi leyenda favorita de la calle habla de la Casa de los Gatos. En esta casa vivían dos ancianas solteras que estaban constantemente rodeadas de estos animales. Eran bastante conocidas, según la leyenda, porque tocaban el piano todo el día. La sorpresa fue que un día no sonaba el piano en su interior. Las dos mujeres se encontraban muertas en el interior. Para muchos fueron los propios gatos los que asesinaron a estas pobres mujeres.
Las casas de la Malicia fueron un gran episodio en la historia de la Villa y Corte que trataremos en otro post., pero hay que destacar que una de las más conocidas y mejor conservadas se encuentra al final de la calle, en el cruce con la calle Segovia.

Para finalizar, uno de los lugares más especiales y secretos de Madrid se encuentra en la calle del Rollo. Se trata del Huerto de las Monjas, un pequeño jardín, muy privado y tranquilo, que corresponde al huerto que había en el desaparecido Convento del Sacramento. Actualmente sólo se conserva el terreno y la propia Iglesia del Sacramento o Castrense, por su caracter militar. En el centro del jardín se encuentra una bonita fuente que proviene del desaparecido Palacio de Montellano, que se encontraba en la Castellana.

Después de todas estas historias, leyendas y anécdotas desde luego lo que no se puede decir de esta calle es que precisamente es un rollo.
Bibliografía consultada:
- Las calles de Madrid, Isabel Gea.
[…] en los Estudios de la Villa, de los que hemos hablado ya en algunas ocasiones en el blog, siendo Juan López de Hoyos su maestro en gramática. Publicaría algunas obras cortas en sus primeros años en Madrid y todo […]
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