El frontón Beti Jai, una joya arquitectónica de estilo mudejar contruida en 1894 en pleno centro de Madrid (zona Chamberí) se ha mantenido a lo largo de los últimos años en un estado de total abandono y deterioro.

Se ubica en el número 7 de la calle del Marqués de Riscal, muy cerca del Paseo de la Castellana. Ocupa una parcela de 3609 m² y la superficie construida alcanza los 10 800 m².



La historia del frontón comienza cuando el empresario Eskoriatza José Arana, en 1891, solicita al arquitecto Joaquín de Rucoba la construcción de un frontón a imagen y semejanza del frontón Beti Jai de Donostia, aunque este debería de ser de mayor tamaño y mejorado. en 1893 comienzan las obras, en las que se utilizan los materiales más modernos de la época.
Se trabaja una estructura de columnas y vigas de hierro fundido que aceleran la construcción de la ligera estructura de las gradas, haciendolas curvadas hacia delante, gracias a la introducción de las nuevas vigas curvadas, para que cualquier espectador pueda ver el espectáculo desde cualquier ángulo.
Así, el 29 de mayo de 1894, se celebra la inauguración del frontón Beti Jai (Siempre Fiesta, en euskera) celebrandose 3 grandes partidos de pelota vasca durante 3 días consecutivos.

En los primeros años del siglo XX, había una gran afición a la pelota vasca en Madrid. La propia reina María Cristina, que empezó a veranear en Donostia, donde encontró una gran afición a ellos, llevo sus gustos y preferencias a la capital, por lo que muchos interesados en satisfacerla, contruyerón hasta 13 frontones, algunos con capacidad para más de 5.000 espectadores. Todos ellos eran verdaderas joyas, como el conocido Frontón Recoletos, destruido en los años 70. Incluso el Real Madrid y el Atletico de Madrid contaban con su división de pelota vasca en los años 20 y 30.
Desgraciadamente todo pasa y en 1919 dejaron de celebrarse partidos de pelota vasca en el Beti Jai y el frontón se convirtió en una fábrica de coches. Tras la Guerra Civil, sería comisaría, carcel, corrala y después nuevamente fábrica de coches. Desde entonces se ha ido cambiando de propietario, sin dedicarle una función o aspirar a restaurarlo. En los años 90 se abandona completamente hasta nuestros días.

Su núcleo central lo conforma una cancha al aire libre, de 67 m de largo, 20 m de ancho y 11 m de alto. Alrededor de la misma se extienden las gradas, que rodean la pista por sus lados oriental y meridional, dibujando una planta semi-elíptica.

El graderío tiene una capacidad aproximada para 4000 personas y se articula en cuatro plantas, cerradas al interior mediante balcones con barandillas y comunicadas entre sí a través de escaleras de madera. Se sostiene por medio de un entramado de columnas y vigas de hierro forjado, algunas de ellas curvadas para dar inclinación a las gradas, y presenta cubierta de madera. En los techos se conservan restos de frescos.
Gracias a la plataforma «Salvemos el Beti Jai», formada por arquitectos y ciudadanos, se ha intentado promocionar la restauración de este inmueble, y finalmente ha sido posible.
El primer paso para restaurar el Beti Jai lo dió el anterior Gobierno municipal, cuando en abril del año pasado el Consistorio compró el frontón por 7 millones de euros. Con el Gobierno municipal actual se está llevando a cabo una restauración desde diciembre de 2015.
A día 7 de abril de 2022 el frontón ha sido restaurado con grandes resultados aunque sigue sin tener uso.

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