En 1926, le dieron el encargo al joven arquitecto recién graduado Luis Gutiérrez Soto de construir un cine en la remodelada plaza del Callao, en la famosa Gran Vía de Madrid. Este sería el segundo proyecto importante del arquitecto, pero tenía sus complicaciones desde el principio. El terreno donde se iba a construir era largo y estrecho, justo al lado del antiguo barracón del Callao que había sido demolido durante la reforma de la avenida.
El solar era tan largo que sería difícil proyectar películas desde una cabina ubicada en uno de los extremos hasta el fondo. Por eso, se decidió construir un pequeño edificio de oficinas al fondo, en la parte más estrecha del terreno. La entrada estaría en la fachada que daba a la plaza del Callao, y la sala estaría paralela a la calle de Jacometrezo para facilitar la salida de emergencia.
Además del cine, se planeó incluir un café, un salón de té, un cine de verano y salas de billar, convirtiéndolo en un complejo de entretenimiento completo. El edificio se construyó en solo ocho meses, durante la primavera y el verano de 1926, y costó un total de 1.250.000 pesetas de la época.
Se utilizó hormigón armado para la estructura del edificio, y se colocaron dos vigas con un voladizo de cuatro metros para sostener el anfiteatro, una de ellas de tipo Vierendel con una luz de 22 metros para permitir el acceso al anfiteatro por los extremos. El exterior del edificio estaba decorado con ladrillo tosco y un tabique con cámara de aire para protegerlo de los cambios bruscos de temperatura. Las fachadas estaban adornadas con detalles elegantes, mezclando estilos neobarrocos, art déco y toques vieneses.
En el interior, el vestíbulo principal ocupaba toda la fachada del edificio y estaba decorado con molduras de escayola, suelos de mármol, techos pintados al óleo y lámparas modernistas. Había dos escaleras que conducían a la planta principal y a la terraza de verano en la azotea, y se instalaron dos ascensores para acceder a las plantas superiores. La sala de proyecciones tenía capacidad para 1333 personas, con paredes decoradas en tonos grises y violetas, frescos en las paredes, y balcones adornados con escayola y barandillas de hierro.
El cine se inauguró el 11 de diciembre de 1926 con la proyección de la película muda «Luis Candelas, el bandido de Madrid». En 1927 consiguió récord de taquilla con la película «Ben Hur» con más de cien proyecciones consecutivas y una recaudación aproximada de 300.000 pesetas. En 1929 se proyectó la primera película sonora y hablada en España, «The jazz singer», y la primera película enviada por Hollywood a Madrid, «El cuerpo del delito», el 21 de mayo de 1930.
Después de la Guerra Civil, el edificio se reformó varias veces, perdiendo gran parte de su ornamentación original. El sótano fue nuevamente transformado, realizando una segunda planta de sótano visible desde un amplio hueco en forma de anfiteatro. Tuvo varios nombres, aunque cabe mencionar principalmente el de Xenón con el que se mantuvo hasta mediados de los años noventa. Por él pasaron centenares de artistas de renombre, humoristas, cantantes, etc. Terminó sus días funcionando únicamente como discoteca.
El cine también fue reformado, y se borraron gran parte de los detalles originales, se modificaron los techos, se suprimieron las lámparas de cristales por una iluminación indirecta tras paramentos de escayola, se eliminaron gran parte de los frescos de las paredes y se modernizaron los aseos y vestíbulos. Hoy en día, el edificio ha sido renovado y sigue funcionando como cine, aunque ha perdido parte de su encanto original. Sin embargo, su fachada sigue siendo un emblema de la Gran Vía de Madrid.
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