Un texto ampliado a este se encuentra en mi libro «Maŷrīṭ, una medina andalusí»
Maslama fue el madrileño andalusí con mayor fama e importancia de su tiempo. Aunque nació en Maŷrīṭ a mediados del siglo X, pasó casi toda su vida en Córdoba en constante contacto con la cultura que le proporcionaba la capital califal. Allí le pusieron el sobrenombre de al-Maŷrîtî, literalmente el Madrileño, por lo que C. Tangana no inventó nada. Maslama fue la figura de referencia de su época en las ciencias de los antiguos, que como conocimos en la introducción son las matemáticas, medicina, astronomía o la agronomía, entre otras. Todavía muchos le atribuyen la autoría de un libro muy famoso en la Europa de su época, Picatrix, una obra literaria medieval relacionada con la magia y la astrología.
Sus cronistas destacan que era la figura más importante de los matemáticos de su tiempo y el más sabio que había existido en la ciencia de los astros. Pasó rápidamente a la fama al adaptar las tablas del matemático persa al-Juwarizmi al meridiano de Córdoba y al calendario islámico, ya que las originales estaban escritas en farsi. Formó parte del selecto grupo científico que introdujeron la ciencia helenística durante el espléndido califato de ‘Abd al-Rahmān III. Escribió notas al Almagesto, célebre tratado astronómico de Ptolomeo, dividió la proyección del horizonte y proyectó las estrellas usando coordenadas eclípticas, ecuatoriales y horizontales. Aunque no conservamos el Planisferio ptolemaico original en griego, sí tenemos la versión en latín y hebreo desde la versión árabe que realizó Maslama.

Los astrónomos de la corte de Alfonso X utilizaron las obras de Maslama para construir su propio astrolabio esférico que ha llegado hasta nuestros días. Según las crónicas, Maslama fundó una Escuela de Matemáticas y de Astronomía, operativa ya en el año 1004. Tuvo numerosos discípulos tanto en Maŷrīṭ como en Córdoba. Según sus coetáneos, Maslama pronosticó que la conjunción de Saturno y Júpiter en el año 398 de la Hégira, la migración de Mahoma, que correspondería a nuestro año 1006-1007, provocaría un cambio dinástico, como efectivamente pasó. Con episodios como este Maslama también pasó a la historia como un gran astrólogo. No sería la única predicción, realizando para Al-Hakam II (915-976), al-Manṣūr (Almanzor) (939-1002) y Hisham II (965-1013) como astrólogo de la corte. Falleció en el año 399, nuestro 1007-1008. El filósofo, historiador y poeta andalusí Ibn Hazm (994-1064) recoge en su Epístola apologética de al-Ándalus que había oído maravillas sobre un compatriota suyo apodado al-Maŷrîtî, un maestro en las ciencias.
La leyenda negra no afectó a Maslama de la misma manera que a otros, ya que era una persona respetada y reconocida. Sin embargo, incluso él tiene su propio mito, en este caso, se menciona la supuesta existencia de una hija que habría sido su discípula, llamada Fátima de Madrid. La invención y primera mención de Fátima se encuentran en la edición de 1924 de la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana de Espasa-Calpe, sin proporcionar ninguna fuente histórica. El historiador Ángel Requena Fraile y la arabista Manuela Marín son críticos con la invención mítica de Fátima. Aunque Maslama fue una figura destacada en el mundo científico de su tiempo, actualmente ha sido completamente olvidado. Aquí aporto este pequeño aporte de información.
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