Cuando llega la época fría a Madrid lo primero que se nos viene a la cabeza es tomar un copioso cocido con su carne, garbanzos, etc. Todos hemos estado ahí, deseando tomar nuestro plato más famoso y el localismo madrileño por excelencia. Es cierto que el cocido madrileño es de esta ciudad, como su gentilismo indica, aunque sus orígenes provienen de otra parte de la península ibérica y al mismo tiempo de tradiciones muy distintas a las nuestras.
Muchos especulan con la famosa olla podrida castellana como el posible origen del cocido aunque bien podría ser un puchero de origen extremeño o andaluz. Pero todas estas conjeturas son simples teorías y especulaciones sin muchas posibilidades para ser demostradas.
A día de hoy, si no se demuestra lo contrario, el origen más contrastado del cocido proviene de la adafina sefardí, que literalmente literalmente “tesoro escondido”. La adafina era un guiso tipico del Shabat judío, por lo que estaba pensado para ser tomado el último día de la semana, el domingo, que en la cultura hebraica como en muchas otras se asociada al descanso. El Shabat se iniciaba con la puesta del sol del viernes y finalizaba tras el anochecer del sábado. Durante ese periodo de tiempo se prohibía en el judaísmo ciertas cosas como cocinas, aunque sí se permitía comer. La ingeniosa solución de los judíos se encontraba en la cocina a fuego extremadamente lento que comenzaba el viernes por la tarde y acababa el sábado al mediodía.

La adafina se dio a conocer popularmente en el siglo XV, siendo en aquella época un caldo con garbanzos y verduras, sirviéndose en 3 platos separados junto con el caldo. En época posterior sabemos que se añadió carne, preferiblemente de cordero o gallina, pero nunca cerdo porque su religión les prohibía esta carne.
En Madrid sería muy popular al ser un plazo económicamente accesible, por lo que se tomaba por las clases más humildes. El nacimiento del cocido tal y como lo conocemos seguramente estuvo relacionado con la expulsión de los judíos de España en 1492. Se les obligó a convertirse al cristianismo si no querían abandonar sus tierras, por lo que muchos de ellos aceptaron esta condición. Estos conversos usaron este plato para demostrar sus honestas intenciones, ya que empezaron a añadir carne de cerdo para demostrar su cristianismo.
Durante los siglos posteriores siguió siendo un plato popular y de consumo extendido por las razones que ya hemos indicado, con el añadido de la morcilla, chorizo o tocino. Como muchos elementos y tradiciones de nuestra sociedad, el cocido es una muestra de mezcla de culturas, en este caso de la hebraica.
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