El palacio del marqués de Alcañices era uno de los mayores ejemplos de la arquitectura palaciega madrileñadel siglo XVII, con su característica torre esquinera.

La localización del palacio era inmejorable, en la calle Alcalá, frente al Palacio del Buen Retiro y la fuente de Cibeles.

En 1847, José Isidro Osorio de Silva y Zayas y Téllez de Girón, marqués de Alcañices, adquirió el palacio reformándolo por completo. En 1866 lo heredó su hijo José Isidro Osorio y Silva-Bazán, duque de Sesto. Este encargó la reforma a Francisco Cubas, marqués de Cubas su completa transformación.

La estructura contaba con tres plantas, siendo la principal la única que contaba con balcones con rejería.
En la reforma realizada por Cubas se le añadieron adornos neoplaterescos sobre los vanos principales; ménsulas que soportaban la cornisa y las buhardillas iniciales del tejado se unificaron en un cuerpo de seis ventanas separadas por pilastras.

El duque de Sesto vendió el palacio al Banco de España, por las numerosas deudas acumuladas por, entre otras cosas, su apoyo a la restauración de Alfonso XII.

Fue derribado y se construyó el actual Banco de España en su solar en 1882.
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