En la céntrica calle de la Bola se encuentra una de las tabernas con más historia de nuestra ciudad. Fundada por Cándida Santos, una asturiana de “rompe y rasga”, en 1870, que lo llama en un principio “La Rayúa” aunque el nombre sería modificado enseguida. El negocio era antiguamente una botillería que decidió transformar en un restaurante especializado en el plato más famoso de Madrid, el cocido.
En sus orígenes ofrecían tres tipos de cocido adaptados a los bolsillos de sus clientes. El cocido con menos ingredientes y acompañantes era el dedicado a los obreros, que se servía muy pronto. El cocido intermedio, que venía acompañado con carne de gallina, estaba dedicado a los estudiantes y se servía a media mañana. Finalmente el cocido completo se servía con todo, incluido el tocino y toda la carne. Este estaba enfocado a los periodistas, políticos y altos cargos, sirviéndose a las dos de la tarde. Aunque se adaptase el cocido al cliente todos eran de gran calidad, guisados sobre un fogón de ascuas de encina. Y así huele en el interior del local, que cuenta con tres salones con una capacidad para 120 personas. Lo más destacable es su decoración exterior, totalmente roja con la famosa bola en dorado.


En el local dicen que su cocido era el favorito de la Familia Real, hecho posible y más con la proximidad al Palacio Real. Siguen sirviendo el cocido en pucheros de barro individuales como en sus orígenes. Por el local han pasado todo tipo de personalidades como Primo de Rivera, Manuel Azaña, Ava Gardner o Camilo José Cela.
Aunque la cliente más famosa fue la Infanta Isabel “La Chata”, que quería probar el famoso cocido pero sin mezclarse con clases inferiores, por lo que encargó que se lo llevasen al Palacio Real. Y así fue, siendo uno de los primeros “take away” de la historia de Madrid.
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