La Cava Baja de Madrid cuenta con locales centenarios de marcada entidad castiza. Muchos otros locales se han quedado por el camino y no han conseguido sobrevivir a nuestros días. Es el caso de hoy, el Mesón del Segoviano.
Santiago González fue el famoso segoviano que abrió el mesón en la Cava Baja 33 en el primer cuarto del siglo XX. La competencia, siempre feroz en Madrid, era aún más dura en esta castiza calle. Para atraer a la clientela decidieron cocinar la comida en mitad de la calle, lo cual surtió efecto. Los primeros clientes fueron los tenderos de la Plaza de la Cebada que se sentían atraídos por los buenos olores. Enseguida recibió fama de buen sitio para comer, especialmente por la calidad de la comida y su precio ajustado.
Por el éxito tan veloz decidió alquilar la antigua posada de San Pedro, que se encontraba frente al mesón, en la Cava Baja 30. Esta posada llevaba abierta desde 1740. Esta contaba con una peculiar morfología. Era una casa corredor que contaba con su estructura original, accediendo por un zaguán te encontrabas con un patio lleno de balcones y galerías de madera.
Lucio Bláquez vino con su padre a Madrid cuando tenía apenas 12 años. Empezó a trabajar para la dueña del Mesón del Segoviano, doña Petra, que le quería como si fuera su hijo. Las aventuras del Mesón del Segoviano finalizaron a inicios de la década de 1970. Entonces Petra decidió venderle el local a Lucio, el cual abrió su restaurante, Casa Lucio, en noviembre de 1974 tras realizar obras de mejora en la estructura del edificio. En 1990 se derribó la antigua posada de San Pedro, apareciendo 20 metros de muralla cristiana en perfectas condiciones. Actualmente se pueden ver estos restos dentro del nuevo edificio de viviendas en la Cava Baja 30.
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