La ciudad de Madrid era conocida por sus numerosos arroyos de agua, por lo que se ganaría su nombre precisamente de este atributo. No es hasta que Madrid se desarrolla urbanisticamente y empiezan a cegarse algunos de estos caminos, que la ciudad empieza a perder esta característica.
Como ya comentamos en la entrada que le dedicamos a las fuentes vecinales de Madrid en 1864, la ciudad gozaba de numerosas fuentes para sus habitantes, que progresivamente se han visto destruidas o desplazadas. En la actualidad Madrid conserva aún muchas de ellas, aunque la proporción es irrisoria.
Hoy vamos a hablar de 2 de las fuentes más conocidas en su época y relativamente cercanas entre ellas, la Fuente del Cisne y la del Tritón.

La Fuente del Cisne fue realizada por José Tomás en el siglo XIX y estaba originalmente situada en el patio del ya comentado convento de San Felipe el Real. Al ser derribado el convento en 1836, la fuente fue trasladada al Paseo de la Castellana, donde actualmente se encuentran el Paseo de Eduardo Dato y la calle de Juan Bravo.
La fuente estaba compuesta por un pilón circular de granito, con una columna central de mármol, sosteniendo una taza poligonal también de mármol, sobre la que reposa un cisne de plomo echando agua por su pico mientras que una serpiente le estrangula.
La fuente llegó a ser tan conocida que dió nombre al paseo que actualmente conocemos como el de Eduardo Dato. En 1865 fue desmontada la fuente ya que según La Época en su edición del 26 de julio de 1865, molestaba la circulación de los coches.

La Fuente del Tritón, o Recoletos como nombre oficial, se encontraba en los antiguos jardines del conde de Baños, que se encontraban entre Almirante y Bárbara de Braganza. Estos jardines se abrieron al público en 1834, cuando empezó a ser conocida la fuente.
En el centro de este nuevo espacio se hallaba la fuente del Tritón o de Recoletos, que data de finales del siglo XVIII. La fuente estaba compuesta por un pilón octógonal sobre el que se elevaba una columna rodeada de colas de delfín que sostenía una taza central rematada con un sátiro tocando una bocina.

En 1864 se ensanchó el propio Paseo de Recoletos, por lo que la fuente quedó fuera de los jardines, aunque permaneció en su lugar. En 1886 se propuso sustituir la fuente por un monumento a Benavente, aunque no prosperó la idea.
No se sabe que pasó con la fuente, aunque muchos sostienen que se desmontó el mismo año que se propuso la construcción del monumento a Benavente, y nunca se volvió a montar la fuente. Lo único que podemos confirmar es que en 1906 ya había desaparecido, ya que en su lugar se construyó un monumento a Mesonero Romanos, que posteriormente sería trasladado a los Jardines del Arquitecto Ribera.
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