Madrid, ciudad atemporal, que gusta de confundir a sus habitantes y visitantes extraños, posee resquicios de otros tiempos.

Esta calle situada en pleno centro de Madrid bañada entre Toledo, Imperial y Santa Cruz, es bastante ignorada por el viandante madrileño. Cierto es que es más un pasadizo que otra cosa, pero siempre llama la atención ver calles con nombres tan originales.
El nombre de esta calle procede de la situación donde se ponían los puestos de venta de esta hortaliza tan solicitada y despreciada al mismo tiempo. Si dais un paseo por esta calle, seguro que os alegra y os saca alguna carcajada el hecho de que todavía haya locales que recuerden dichos puestos, como la Fonda Lechuga, al comienzo de la misma.
Una calle singular que muestra la magia que posee Madrid cuando paseas por la Villa y Corte.
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