La leyenda del guardia de Corps

En la calle del Sacramento, cerca de la Casa de Cisneros, existió una casa abandonada y antigua que escondía un oscuro secreto. La leyenda relata la historia de este lugar embrujado y mágico. Don Juan Echenique era un mujeriego conocido con el sobrenombre de “lindo guardia de Corps”.

La historia comienza una noche que se estaba preparando para el trabajo en su casa y salió con su sombrero y espada preparadas. Justamente esa noche estaba diluviando y Juan se las tenía que apañar para evitar las acumulaciones de agua que se formaban en el Madrid del siglo XVII. Se resguardó de la lluvia durante un momento en la calle del Sacramento, instante en el que se abre la puerta de uno de los balcones saliendo de allí una hermosa mujer. Conociendo las costumbres de Juan, este cayó enamorado de la mujer y esta le hizo una señal invitándole a que se metiera en su casa. No dudó ni por un momento, entró por la puerta que estaba entreabierta y subió al segundo piso donde le esperaba la hermosa mujer con una amplia sonrisa. Una vez que entró en la habitación Juan descubrió que la estancia estaba ricamente decorada con tapices, espejos e incluso una chimenea blasonada. Juan se acercó a la mujer para besarla y pasaron la noche juntos.

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A la mañana siguiente se despertó inquieto ya que le había despertado las campanas del vecino convento de San Justo. Había faltado a su trabajo y no sabía qué hora era, por lo que se vistió rápidamente recogiendo sus bártulos por el camino y salió corriendo de la casa. Cuando ya iba por la calle Mayor se dio cuenta que no llevaba su espada, por lo que tuvo que regresar a la casa de la calle Sacramento. Al llegar allí llamó con premura a la puerta sin obtener respuesta. Ante la insistencia y el ruido que generaba Juan, un vecino salió y le dijo:

  • Joven, no insista, esa casa lleva abandonada desde hace más de 50 años, ya no vive nadie allí.
  • No es posible -respondió Juan- ayer dormí aquí con una mujer y he olvidado mi espada dentro.

La desesperación de Juan hizo que éste insistiera hasta derribar la puerta de la casa. Salió una gran nube de polvo y el ambiente cambió repentinamente por la humedad del interior. Sorprendido, entró en la casa y vio como todos los muebles estaban quebrados y amontonados, como si no hubiera pasado ni un alma por aquí en décadas. Los tapices estaban deshilachados y la chimenea totalmente abrasada. Encima de la cama donde había dormido encontró un lienzo con el retrato de la mujer con la que había pasado la noche, con la fecha de realización en la parte inferior. Habían pasado más de 50 años desde que fue pintada esta obra. Horrorizado ante la situación, Juan decidió salir pitando del lugar, tropezando con una mesa en el camino. Junto a esa mesa se encontraba su espada, prueba de que no había sido un sueño.

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Ante lo ocurrido, Juan Echenique se retiró, ofrendó su espada al Cristo de la Fé e ingresó en un monasterio para el resto de su vida, dejando atrás su vida mujeriega. Gracias a esta leyenda tenemos el famoso Cristo de los Guardias de Corps.


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