Las expresiones madrileñas son simplemente espectaculares. Una de ellas hace referencia a un precioso edificio de la calle Alcalá, actual sede del Instituto Cervantes. Esquina con la calle Barquillo, esta obra fue construida por Antonio Palacios y Joaquín Otamendi en 1918. Su función inicial fue la de albergar la sucursal del Banco del Río de la Plata en España.
Antes de la construcción de esta espectacular obra, los terrenos estaban ocupados por el Palacio de Casa-Irujo, uno de los mejores de Madrid según las palabras de Pedro de Répide. Volviendo al edificio que nos ocupa, la primera modificación la sufrió en 1947 cuando este banco se fusionó con el Banco Central, por lo que tuvo que ampliarse por la calle Barquillo. Hasta finales del siglo XX el conjunto fue sede del Banco Central Hispano.
En 2003 se produjo la cesión del edificio al Estado por parte del Ayuntamiento, en un intercambio de cromos, a cambio del Palacio de las Comunicaciones. El Estado le buscó una nueva función, convirtiéndolo en la sede del Instituto Cervantes en Madrid desde 2006.
La expresión que nos ocupa hace referencia a la enorme puerta de acceso del edificio, ornamentada con cuatro imponentes cariátides que cumplen como columna. Normal que muchos madrileñas dijeran aquello de ¡joder, qué puerta!.
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