- Lugar: Fundación Mapfre Madrid. P.º de Recoletos, 23
- Horario: M-D: 10:00 – 20:00
- Fecha: Hasta 28/08/22
- Entradas a la venta aquí
La Fundación Mapfre rinde un magnífico homenaje a uno de los grandes fotógrafos españoles, Carlos Pérez Siquier que desgraciadamente falleció el 13 de septiembre de 2021.
La exposición cuenta con una amplia retrospectiva que recorre sus series más emblemáticas, realizadas entre 1957 y 2018.
Pieza fundamental en la forja de la modernidad fotográfica y la profesionalización del medio en España, Carlos Pérez Siquier (1930-2021) destacó en el panorama español, primero desde postulados próximos al neorrealismo y la fotografía documentalista, convirtiéndose más adelante en pionero de la fotografía en color. En ambas vertientes, Pérez Siquier actuó desde una privilegiada posición fronteriza, periférica, e hizo gala de una mirada singular, plenamente consciente de su autoría a pesar de haber partido de una concepción intuitiva de la fotografía, más parecida a la de un paseante anónimo que a la de un retratista profesional.
Si algo caracteriza y hace tan valiosa e interesante la fotografía de Carlos Pérez Siquier es la mirada atenta y única con la que el fotógrafo lo plasmó en imágenes. La aparente contradicción que podrían sugerir los drásticos cambios de tema o el paso súbito del blanco y negro al color desaparecen cuando analizamos con detenimiento su obra y descubrimos así la sólida coherencia que la atraviesa, marcada por la innovación, la inteligencia que descubre posibilidades donde aparentemente no las había y la pasión por el medio. Por ello su obra es una de las más potentes e importantes de la fotografía española en las últimas décadas.
Pérez Siquier no era un fotógrafo que pasase su tiempo mirando a uno y otro lado permanentemente. Más bien fue conformando en imágenes su propio mundo paso a paso, sin forzar y sin pretender parecerse a un modelo conocido. Creó así una obra compacta en evolución continua, en la que el protagonista es su entorno, un mundo original, extraordinario, reducido, local y universal a un tiempo; una obra que dio sentido a su vida.
A lo largo de su trayectoria, que le hizo merecedor del Premio Nacional de Fotografía en 2003, Pérez Siquier dio forma a un corpus fotográfico que se adentra de manera tangencial, pero profunda y mordaz, en los debates de su tiempo.
Esta muestra retrospectiva recoge cuatro de las claves fundamentales de su trabajo:
El blanco y negro. Pérez Siquier siempre defendió su voluntad de mostrar una imagen optimista del arrabal almeriense de La Chanca, su admiración profunda por el carácter luchador de los moradores de este barrio superviviente. Aunque su trabajo se centró en la vida en el sentido más radical del término, más inmediato e incontestable, más costumbrista (bodas, mujeres embarazadas, juegos infantiles), también recogió de manera indirecta y poética escenas que destilan desolación y muerte.



El sentido del humor. En esa suerte de fresco vivo que es La Chanca hay otro elemento, a menudo soslayado, que singulariza la mirada de Pérez Siquier y matiza esa pétrea categoría del realismo: el sentido del humor. Es otro de los motivos por los cuales estas imágenes parecen decepcionarnos si tratamos de buscar en ellas el documento terrible de la enfermedad y la miseria. Una suerte de giro cómico presente en unas imágenes donde el guiño entre la figura y el fotógrafo deviene una constante.



AFAL. En 1956, cuando comenzó su mítica serie “La Chanca”, Pérez Siquier, secretario de la Agrupación Fotográfica Almeriense, AFAL, fundó, de la mano de su presidente, José María Artero, la revista AFAL, publicación del grupo que revolucionó el panorama fotográfico español.
Fue el catalizador del colectivo de jóvenes fotógrafos españoles más interesantes, innovadores e influyentes del momento, un importante escaparate para mostrar su trabajo. Con justicia, el grupo AFAL es considerado hoy el movimiento de renovación más significativo de la historia de la fotografía española.



El color. En la década de 1960, Pérez Siquier abandonó la confortable estética del blanco y negro –que ya dominaba– y la película de 35 mm para comenzar a utilizar una cámara de mayor formato, una Rolleiflex, cargada con película de 6 x 6 mm en color. Con ella inmortalizó una Chanca que es la misma pero diferente. No se trata solo de un cambio cromático. La nueva mirada sobre La Chanca tiene entidad propia. El punto de vista cambia, también el encuadre, las superficies se amplían y comienzan a tomar protagonismo. Pérez Siquier se fue alejando también de la vida cotidiana de sus habitantes que, de aparecer en sus imágenes, nunca lo hacen de manera gratuita.



Personalmente me ha encantado organización de la retrospectiva con especial atención a La Chanca, tanto en blanco y negro como en color. Por no hablar de “La playa” donde nos muestra su perspectiva ácida y enormes similitudes con Martin Parr. Anexo a ella se encuentra “Trampas para incautos” con muestras de elementos inanimados pero con un toque de humor negro donde juega con su entorno.
Una magnífica exposición que todos los amantes de la fotografía deberían visitar. Especial mención a su catálogo, muy cuidado y con textos de Carlos Martín, Juan Goytisolo, Carlos Gollonet y una conversación con el propio Carlos Pérez Siquier.
Más información en la web de la Fundación Mapfre
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