Esta calle tan céntrica y de curioso nombre, situada entre la Gran Vía y la calle de la Abada, recibe el nombre del alcalde Francisco Chinchilla. Este hombre tenía su casa justamente aquí y pasó a la historia por intentar prohibir que la gente tirara basura a la calle. Como pasa actualmente, no le hacían mucho caso que digamos.
Pero no siempre esta calle se llamó así. Antes se llama calle de la Lechuza y esconde una historia relacionada con Chinchilla. Un buen día, este alcalde se encontró a dos mujeres en la calle justamente donde él vivía, las cuales estaban pelando unas aves muertas y tirando los restos delante de su vivienda.
Por supuesto al ver esto Chinchilla enfureció y se dirigió a hablar con estas mujeres, reprochándolas sus actividades. Inmediatamente las detuvo y las castigó, aunque ellas se defendieron diciendo que lo hacían por necesidad, por llevarse algo a la boca. Incluso, le dijeron que el otro día consiguieron comerse una lechuza en este lugar. Al día siguiente se encontró una lechuza muerta y clavada en con una flecha en la esquina de su casa.
Desde entonces la gente para fastidiarle le dejaban perros y gatos muertos en la puerta de su casa. Incluso gracias a él existe el dicho «¡Le conocen hasta los perros!».
La historia se volvió muy popular y finalmente así se denominó a la nueva calle, hasta 1835, cuando se modificaría por el nombre actual.
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