Una cabeza decapitada en la Puerta de Alcalá

Incluso un monumento tan emblemático de Madrid como la Puerta de Alcalá tiene su propia historia de fantasmas. Esta majestuosa puerta, erigida en 1778, reemplazó a una anterior que daba acceso a la ciudad desde el camino de Aragón y Francia. Diseñada por Francisco Sabatini, fue construida a iniciativa del que muchos consideran el mejor alcalde que ha tenido Madrid, el rey ilustrado Carlos III.

Nos remontamos al turbulento siglo XIX, específicamente al año 1816. España ha atravesado una invasión francesa y una guerra de independencia. Tras la abolición de la Constitución liberal de 1812, Fernando VII reina en el país. Para algunos, es el Deseado; para otros, simplemente el Rey Felón.

En febrero de 1816, son arrestados en Madrid Vicente Ramón Richardt, general y antiguo guerrillero que luchó contra los franceses, y Baltasar Gutiérrez, de profesión barbero. Ambos están acusados de intentar secuestrar al rey Fernando VII durante uno de sus paseos y de forzarlo a reinstaurar la constitución de Cádiz de 1812.

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Los conspiradores habían vigilado cuidadosamente los movimientos del monarca y descubrieron que este acudía con una escolta reducida y algún noble cercano a su círculo al burdel de Pepa la Malagueña, ubicado en la calle Ave María. Se planeó atentar contra él en esta zona de Lavapiés o en las cercanías de la Puerta de Alcalá. En aquel entonces, el monarca disfrutaba de una parte del parque del Retiro para su uso privado, junto a la montaña artificial.

Vicente y Baltasar eran parte de la llamada conspiración del triángulo, que hacía referencia al símbolo masónico y a la estructura organizativa de los conspiradores, inspirada en esta sociedad secreta. Algunos militares, políticos, funcionarios e incluso empleados del Palacio Real estaban al tanto de esta conjura.

En abril de ese mismo año, se dictó sentencia condenatoria para ambos, acusados de alta traición e intento de regicidio. Al mes siguiente, el 6 de mayo, son condenados a la horca en la plaza de la Cebada. Tras la ejecución, el verdugo recibió la orden de decapitar a Richardt. Su cabeza fue colgada después en el Camino Real, cercano a la Puerta de Alcalá, como advertencia para quienes intentasen atentar contra el rey. La visión de la cabeza decapitada debía ser extremadamente perturbadora para quienes transitaban por la zona, especialmente de noche.

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Poco tiempo después, comenzaron a circular historias sobre el fantasma de la cabeza cortada. Se decía que una sombra se movía por las inmediaciones de la Puerta de Alcalá, emitiendo gritos lastimeros. Los madrileños evitaban pasar por los alrededores al anochecer, temerosos de encontrarse con este espectro angustiado. La leyenda popular sostenía que la niebla que se formaba en esa zona adoptaba la tenebrosa silueta de la cabeza de Vicente Richardt, condenado a vagar por toda la eternidad.


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