En la calle Alcalá 45 se encontraba el Teatro Apolo, en un edificio de viviendas, separándose mediante un patio perimetral, ocupando parte del solar del derribado convento de San Hermenegildo. El proyecto, de 1871 está firmado por P. Chanderlot y F. Festau y fue construido en 1873 con una capacidad de 2.000 localidades. Su primer empresario, un banquero apellidado Gargollo, decidió denominarlo teatro de Moratín pero cambió el nombre a los poco meses por el de teatro Apolo.
En la fachada destacaban los arcos de acceso al teatro y el interior estaba realizado con piedra blanca y hierro.
El propósito inicial del Apolo era representar comedia española, pero atravesó momentos difíciles en sus comienzos, debida a su relativa lejanía del entonces centro de la ciudad y al excesivo precio de sus entradas (18 reales). A pesar de todo ello, seis años después de su inauguración se convirtió en uno de los teatros más populares del Madrid de la Restauración, gracias al género de la zarzuela.
En un principio se dedicó al estreno de obras de Echegaray pero al poco tiempo se convirtió en la sede del género lírico siendo conocido como la “catedral” del género chico. Destacaba por tener cuatro funciones, la última, llamada “la cuarta” del Apolo, nunca empezaba antes de la una por lo que muchos de sus espectadores procedían de otros teatros que terminaban poco antes.
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Bibliografía consultada
- Guía visual del Madrid desaparecido. Isabel Gea Ortigas.
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