Las estatuas malditas del Palacio Real

Para comenzar bien este sábado os traigo una de las historias más conocidas y populares de nuestra Villa y Corte. Pero por si alguno o alguna no la conoce, a continuación la conocereis.

En 1734, concretamente en Nochebuena, el Alcazar madrileño de 600 años de historia, se incendió por completo, salvandose algunas pertenencias interiores (como el cuadro de las Meninas). Este hecho, alegró esas fiestas al propio monarca Felipe V.

Os preguntareis como podía ser que un rey se alegrara de que su palacio fuera totalmente destruido por las llamas. Bien, la historia viene de lejos, pero el Alcazar tenía una estructura ya muy primitiva desde su origen, aunque se llevaron a cabo algunas obras. Los Austrias se sentían cómodos en su interior, pero Felipe V, el primer rey Borbón en España, estaba acostumbrado al estilo francés, mucho más pomposo y a los edificos construidos con materiales nobles, no como la madera, que en gran medida estaba presente en el Alcazar. Por lo tanto, con el incendio, a Felipe V se le presentó una oportunidad única de crearse su palacio deseado y por supuesto a la moda de la época.

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Para ello, encargó que se construyera el palacio más gran de Europa (aún lo sigue siendo), y que estuviera ostentado con los mayores lujos y elementos decorativos. Uno de sus mayores deseos era el de construir una estatua por cada dinastía de los reinos españoles, desde Ataulfo hasta el propio monarca y su hijo Fernando VI. Pero por las prisas de la construcción del nuevo Palacio Real (que aún así fueron unas obras muy complicadas y se retrasaban constantemente) se tuvieron que realizar estas estatuas de manera precipitada.

El resultado lo podemos observar hoy en día en la Plaza de Oriente, en el paseo de estatuas del Retiro e incluso en Pamplona, donde hay algunas. Estas figuras debían estar colocadas en la cornisa del Palacio y en su parte superior. Por eso las estatuas no son tan ricas en detalles, ya que estaban destinadas a ser observadas desde la distancia.

La historia del porqué están en el suelo e incluso en Pamplona, involucra a la reina Isabel de Farnesio. Esta mujer, tan supersticiosa como siempre, estaba teniendo unos sueños muy inquietantes, que no la dejaban descansar. Constantemente soñaba que las estatuas se caerían desde la parte superior del palacio y la aplastarían. Por esto, Isabel habló con su querido esposo, y sutilmente o claramente, no lo sabemos, le ordenó que mandara las estatuas a paseo.

Y es que como ya sabemos, las supersticiones aguantan en el tiempo…


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