El Palacio de Cañete situado en la calle Mayor 69, es un edificio próximo a la Plaza de la Villa, que posee algunas de las características arquitectónicas más castizas de la capital. Pero hoy no nos detendremos en eso, ya que hablaremos de un crímen que se cometió y que llevó a sus visitantes a una aventura paranormal.
En 1654, el marqués que tenía en propiedad el palacio se reunió un día con un clérigo de Madrid llamado Antonio Amada. Una vez que se vieron el uno al otro, se escucharon unos fuertes ruidos y gritos. Los sirvientes corrieron rapidamente para ver que pasaba, descubriendo que el marqués estaba en el suelo con una espada en su pecho.
En consecuencia, enseguida se juzgó al clérigo, que repetía una y otra vez que él no había asesinado al marqués. Finalmente el clérigo fue ajusticiado, y se clavó una de sus manos amputadas en la puerta del palacio, para mostrar a todos, que se había hecho justicia.
Desde este momento, empezaron a escucharse extraños sonidos en habitaciones donde no había nadie, y durante algunas noches de lluvia se escuchaban puertas cerrándose, abriéndose y pasos. Enseguida se pensó en que el causante de estos sonidos era el marqués apenado, por el triste destino que le ocurrió.
Finalmente, uno de los sirvientes que trabajaba desde hace años, confesó su culpabilidad, aunque la dijo cuando estaba prácticamente en su lecho de muerte. Por lo tanto, los sonidos, provenían del clérigo, Antonio Amada, que estaba atormentado por su infundado asesinato.
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